jueves, 6 de octubre de 2022

 Lo más duro fue no voltear atrás mientras sentía su mirada llena de desprecio y amor roto clavándose en mi espalda; entonces sucedió, me quebré en miles de pedazos de todas las formas posibles; me detuve solo porque se me acabaron las fuerzas para seguir andando o eso me dije en ese momento para no aceptar que la duda me estaba consumiendo haciendo que los segundos parecieran horas de debate encarnizado, "dios mío, que estoy haciendo", nunca antes esa pregunta fue más retórica como en aquel momento de mi vida donde una simple palabra, un gesto, una flaqueza de espíritu te puede mandar a un resto de la vida llena de remordimiento, arrepentimiento y autodesprecio o convertirse en el mejor día del resto de NUESTRAS VIDAS. De repente un olor familiar asalto mi olfato y me llevó de inmediato a aquellos días donde éramos felices y las cosas del mundo eran mucho más pequeñas y manejables, ¿porque los cachorros no pueden ser así por siempre?, al final siempre desarrollan colmillos y garras sin importar con cuanto amor los trates; ya no me quedaba mucho tiempo, la esencia de su perfume cada vez más clara en mi nariz era como una alarma de submarino dentro de mi craneo, estaba parado justo en el borde del abismo de la indecisión.

Y luego todo fue muy claro, la respuesta llegó como un susurro en el viento cálido. Metí las manos en los bolsillos y me dejé inundar por la calidez de aquel momento que solo da la claridad del pensamiento y me aleje sin voltear atrás, silbando una alegre tonada que había escuchado por ahí, en algún momento, en algún lugar de un tiempo más amable, más pequeño y feliz, pero que por fortuna ya no podía recordar.